Crimen

Varios años esperó mi mamá, llena de ansiedad y zozobra, a que yo cometiera un crimen monstruoso. Pero pasaban los años, el crimen se demoraba, y mi mamá, harta de esperar y temblar, comenzó a desear que el hecho fatal por fin se produjera, para enfrentar la cosa y salir de eso. Mi conducta, cuando me enfurezco, es bastante violenta. No creo en diálogos, acuerdos y esas zarandajas. Profiero frases militaristas, amenazas bestiales, en un tono capital, definitivo. Mi mamá nunca entendió que se trataba de un estilo oratorio, pomposamente insolente. Aprovechó cierta coyuntura pico de mi teatral ánimo guerrero para tratar de convencerme de que yo estaba a punto de asesinar a mi vecina, por lo cual debía mudarme enseguida. Pero como la inminencia de este acto también se retrasara, acudió ella muy temprano una mañana, empuñando un arma de fuego, y acribilló a mi vecina a balazos. Cuando fui a visitarla a la cárcel la noté muy tranquila.